A juzgar por su gesto, a priori Richard Evans no parece un tipo excesivamente simpático, aunque seguramente me estoy equivocando completamente. Pero el tratar continuamente con lo desagradable, estudiar el fango de la Historia e intentar comprenderlo tiene esas contrapartidas. Todos aquellos que se han dedicado a investigar sobre el nazismo y el Tercer Reich confiesan ese peaje personal que tiene el contacto con el mal. A cambio, podemos gozar de unas obras extraordinarias sobre ese periodo de la historia de Alemania y que se han convertido en referentes historiográficos ineludibles. Me refiero a su Trilogía sobre el Tercer Reich (2003-2008) o a su reciente El Tercer Reich en la historia y la memoria, una excelente revisión crítica de diversos estudios sobre el tema y que muestran cómo Evans no rehuye en sus reseñas el tener que posicionarse contra algunos de ellos. Por otra parte, Evans es un ejemplo de cómo se puede seguir siendo fiel a la historia académica sin abandonar la alta divulgación, al contrario de muchos historiadores convertidos en celebridades.
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