Schama será una estrella mediática, pero Philipp Blom posa como si también lo fuera. Lo que es indudable es su valor literario y su magistral recreación de una época, como en Años de Vértigo (2008), una excelente panorámica de la década previa a la Primera Guerra Mundial y que podría continuar perfectamente la que realizara sobre los últimos años del XIX Barbara Tuchman, La torre del orgullo (1966), aunque ésta es más pausada y de lento discurrir. Sin embargo, Blom se dio a conocer en España con dos obras sobre otra época de transición, de cambios profundos pero no revolucionarios: Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales (2005) y Gente peligrosa. El radicalismo olvidado de la Ilustración europea (2010). Son dos estudios gemelos y complementarios; a veces lo son tanto, que parece que estás leyendo las mismas páginas con otros vestidos. El primero es más divulgativo, el segundo es más académico y profundiza en ciertas ideas que ya mostrara en el libro anterior: que la Ilustración fue intelectualmente más radical de lo que pensamos y que, con todas sus contradicciones, estaban empeñados en hacer un mundo mejor, especialmente Diderot.
Estos ilustrados..., tan optimistas como siempre.
Coda: Qué desilusión el último libro de Blom, El motín de la naturaleza (orig. 2017), una obra de encargo, vacua, en donde se mezclan inexactitudes (¡Felipe II en el siglo XVII!) con generalidades de mal manual. Es lo que tiene escribir de todo sin ser especialista y dejándose aconsejar impunemente por las querencias fenicias de tu agente literario. Y para colmo, con un subtítulo pretencioso que en absoluto responde a las páginas que le siguen. ¡Qué diferencia respecto a Geoffrey Parker!
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