En España conocimos a Georges Duby cuando apareció en la pequeña pantalla (en "La 2", por supuesto) presentando la adaptación televisiva de El tiempo de las catedrales, pero la "popularidad" entre el público culto se dio en realidad a raíz de su codirección de la Historia de la vida privada. José Mª Mínguez, catedrático de Historia Medieval en Salamanca y anclado en las formas y en los contenidos marxistas, meneaba la cabeza y criticaba con suavidad: «Y ahora Duby se dedica a hacer cosas menores...». Bueno, lo cierto es que la práctica de la Historia ha cambiado mucho desde los años 80 y ello se debe en gran medida a las "cosas menores" de Duby. Pero cuando pienso en él sobre todo se me hace presente la importancia que le daba a la palabra escrita, porque para él escribir Historia era hacer Literatura, como le declara a Guy Lardreau en una entrevista que luego se publicó como libro bajo el título de Diálogo sobre la Historia. Elegir la palabra, la frase, el ritmo, y así comunicar mejor los conocimientos era esencial en un autor que fue elegido miembro de la Académie y al que cada vez que leo me sigue produciendo el mismo júbilo que la primera vez al proporcionarme placer estético e intelectual.
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