Llevaba ya un tiempo sin escribir algo, aunque siempre me estaban rondando la cabeza los magistrales hispanistas británicos, especialmente aquellos que surgieron en Cambridge y Oxford en torno a la figura de John H. Elliot. Y entre ellos destacaba, cómo no, Geoffrey Parker, al que me acerqué primero en su sintética y certera síntesis sobre Felipe II (1978), uno de los libros de cabecera de los modernistas del XVI desde hace treinta años. De la síntesis hemos pasado a la monografía exhaustiva en esa monumental biografía sobre el mismo monarca que publicó hace cuatro años, y ahora a un intento de Historia global con su El siglo maldito. Es esta obra magnífica una muestra de cómo la realidad (léase cambio climático) siempre influye en las elecciones y en las perspectivas de los historiadores, por si acaso a estas alturas había alguien que todavía pensaba en el gremio como seres que literalmente sólo viven en el pasado. Pero también es la demostración de que sólo en las universidades norteamericanas (Parker es catedrático en Columbus, Ohio) se puede hacer este tipo de Historia, pues sólo ahí disponen de los recursos suficientes para acumular fondos bibliográficos y tener investigadores que trabajen en equipo como Rubens en su taller. Aquí, sin dinero, sin libros, sin colaboraciones y casi sin ideas sólo podemos aspirar a ser pequeños Vermeer que pintan su entorno, nunca el paisaje que hay al otro lado de las ventanas.