Por qué

Siempre he tratado de poner rostro a los autores de aquellos libros que leo. No es fetichismo, sino otra forma más de vincularse a un texto que te puede haber gustado o no, pero que ha sido hecho por alguien de carne y hueso. Y esto me ha sido particularmente obsesivo en el caso de las obras de Historia, un mundo en donde han dominado más los gruesos trazos de lo colectivo que las pinceladas sutiles del individuo. Normalmente, la forma no sigue a la sustancia y textos que han cambiado mi forma de ver el pasado fueron escritos por individuos cuyo físico es perfectamente anodino, a veces poco atractivo, en ocasiones estrafalario. Pero encuentro cierto leve placer en la identificación de una obra con alguien que existe y a quien puedo ponerle cara.
Así que este blog es un pequeño tributo a todos esos historiadores que me han hecho disfrutar enormemente, porque la Historia tiene una bella faz y ésta está compuesta por los rostros de todos aquellos que, ahondando en el pasado, han querido ofrecérselo a sus contemporáneos y a los venideros en forma de narración escrita.


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