martes, 23 de febrero de 2016

MANUEL FERNÁNDEZ ÁLVAREZ (1921-2010)

Ciertamente la mayoría de los rostros de este blog son de historiadores extranjeros, pero es que el historiador-narrador, ése que trasciende el mundo académico y se convierte en referencia social y cultural, ése apenas existe en nuestro país. Al menos en la actualidad. Porque el caso de Eslava Galán, quien publica libros al ritmo en que Lope escribía versos, no creo que se pueda comparar con ninguno de los historiadores que he leído y admirado; o el de César Vidal, otro inagotable al desaliento de la hoja en blanco y cuya extensa y profunda obra no soy capaz de glosar. Ambos son representantes de un género que sí ha tenido éxito en este culto país y es el de contador de chismes o anécdotas, el cronista, que no historiador, divulgador más o menos ameno de enredos, vicios y curiosidades. Ya en los años 80 triunfaba con este género Carlos Fisas, con sus Historias de la Historia, seguramente con menos pretensiones que los anteriormente citados.
Bueno, pues sí hemos tenido un historiador académico que causó furor a finales del siglo pasado y cuyo buen hacer, fruto de toda una vida dedicada a la investigación y la docencia, fue premiado por el público hasta su muerte: Manuel Fernández Álvarez, "Don Manuel" para los que lo conocimos. Y eso que a mí no me gustan sus libros ni el estilo de su prosa, ni el enfoque que hizo a muchos de sus temas, pero creo que merece estar en este panteón de ilustres de la historiografía, aunque sea como rara avis hispana.

Risueño, como solía serlo siempre
Siempre vehemente en sus ideas




martes, 16 de febrero de 2016

RICHARD J. EVANS (1947-)

A juzgar por su gesto, a priori Richard Evans no parece un tipo excesivamente simpático, aunque seguramente me estoy equivocando completamente. Pero el tratar continuamente con lo desagradable, estudiar el fango de la Historia e intentar comprenderlo tiene esas contrapartidas. Todos aquellos que se han dedicado a investigar sobre el nazismo y el Tercer Reich confiesan ese peaje personal que tiene el contacto con el mal. A cambio, podemos gozar de unas obras extraordinarias sobre ese periodo de la historia de Alemania y que se han convertido en referentes historiográficos ineludibles. Me refiero a su Trilogía sobre el Tercer Reich (2003-2008) o a su reciente El Tercer Reich en la historia y la memoria, una excelente revisión crítica de diversos estudios sobre el tema y que muestran cómo Evans no rehuye en sus reseñas el tener que posicionarse contra algunos de ellos. Por otra parte, Evans es un ejemplo de cómo se puede seguir siendo fiel a la historia académica sin abandonar la alta divulgación, al contrario de muchos historiadores convertidos en celebridades.



 

sábado, 13 de febrero de 2016

JEAN DELUMEAU (1923-2020)

Si la cara es el espejo del alma, no cabe duda que la de Jean Delumeau, con esas cejas a lo Líster y esa sonrisa pícara y paternal, traslucen su bonhomía y su catolicismo sincero y amable. ¿Cómo si no, escribir ese magnífico y contenido manual sobre la Reforma (1965), que aquí acabó publicándose en aquella extraordinaria colección de la editorial Labor, Nueva Clío? Pero es la evocadora Civilización del Renacimiento (1967) —una obra no vuelta a editar aquí— la que me inició en la lectura de sus obras, que luego evolucionaron hacia la historia de las mentalidades, sobre todo con El miedo en Occidente (1978), continuado con El pecado y el miedo (1983). La primera ha tenido un gran éxito, pero la segunda nunca ha sido traducida al español, ni siquiera por editoriales católicas, lo cual dice muy poco del conocimiento historiográfico de sus responsables. Yo creo que se debe a que en la segunda obra el maestro francés defendía la hipótesis de que la confesión ha servido para desarrollar el nacimiento del individuo, de la conciencia propia, algo escandaloso para el pensamiento correcto, el pesar que la modernidad pudiera venir del sentimiento religioso cristiano. En fin, que si conoce el francés (u otras lenguas) y se quiere ir contra corriente, hay que sumergirse en su imprescindible lectura.


Recibiendo el doctorado honoris causa
por la Universidad de Bucarest en 2011
En una extraordinaria fotografía de Olivier Roller